jueves, 23 de enero de 2020

Un cuento sobre Esgrima Criolla.

Navegando en la web, encontré este cuento, ameno, simpático y criollo, siempre me gustaron las historias de duelos y gauchos, este esta para un comic o un corto, me tome el atrevimiento de agregar imagenes de Carlos Montefusco. y el autor del cuento , Lucas Gonzalo Gallo, tiene un blog con otros cuentos mas, muy interesantes, al final les dejo el link, y aquí comienza, y se llama así…

Esgrima criolla

Hoy voy a contar mi historia, el por qué hice lo que hice y el cómo me arrepiento de haberlo hecho.
Yo venía del partido de la Matanza, no era militar de carrera, era un peón de estancia, sin embargo, me había reclutado el ejército rosista para la campaña al desierto. Habíamos confrontado a los indios ranqueles, en el fuerte de Azul.
Por el excito en la campaña y mi buen desempeño, me nombraron sargento y junto con un grupo de soldados y algunos indios prisioneros nos dejaron en el fuerte para construir un pueblo al lado del fuerte. Debíamos construir diez casas, una iglesia, una plaza, una comisaria y una escuela,  destinada para educar a los indios. 
A mi particularmente, me ofrecieron el puesto de comisario. Yo lo acepte, porque ya tenía mis veinte años cumplidos, no tenía aun mujer ni hijos y ya no quería trabajar con mi padre como capataz, era momento de forjar mi propio camino.
Luego de cinco años, ya habíamos conseguido cuarenta y cinco habitantes, ya contábamos con muchas más casas de las que habíamos construido en un principio y conseguimos tener nuestro propio mercado. Ya no era necesario ir a los pueblos vecinos para comprar los víveres.
 Al estar en constante expansión, llegaba gente casi todos los días. Ellos pasaban por la comisaria para que yo los censara y les diera la bienvenida. El intendente estaba generalmente en Chascomus, por lo que me correspondía a mí encargarme de los asuntos administrativos del pueblo, en su ausencia. A gatas sé leer y escribir, pero me las apañé bien.
Un día de tantos, llego a la plaza, un gaucho, que a los gritos, pregonaba lo siguiente: -Tráiganme al comisario, lo voy a matar, él asesino, hace tres años, a mi vieja y estoy pidiendo su cabeza.
Uno de los ranqueles, que era amigo mío, se acercó a mí y me alerto de lo que estaba pasando. Me dirigí hacia él e intente hablarle, era imposible que lo que contaba fuera cierto. Desde hacía cinco años no mataba a nadie y menos una mujer. En definitiva a la única persona que le había quitado una vida, era uno de los indios, que me acorraló en el campo de batalla. Todos los días me arrepentía, pero era mi vida o la de él, no me quedaba otra.
Sin embargo, a pesar de contarle esto, el hombre insistió en que era mi culpa y me reto a duelo para la siguiente tarde. Esperaba terminarlo a primera sangre, pero el hombre estaba, sin dudas, dispuesto a matarme, por lo que no aceptó mi oferta y me desafío a muerte.
Al llegar el momento, tomé mi poncho, mi facón y fui a la plaza. El hombre me esperaba con un caronero en mano y poncho en la otra. Un indio comenzó a tocar sus tambores y el duelo se dio por iniciado. A pesar de su cuchillo más largo que el mío, el gaucho no era tan hábil como yo, por eso después de un par de cuchilladas, pude cortar el nervio de su pierna izquierda y dejarlo caer al suelo.
-Te perdono la vida, desaparece de este pueblo y ya no vuelvas a molestar.
-No lo voy a hacer, porque vos sos mi hermano mayor, mataste a mamá de angustia y todo porque no fuiste capaz de decirle que te ibas a quedar en este pueblucho de mierda. No viniste a casa ni por medio segundo a decir que estabas bien. Pensamos que habías muerto.
- Yo mande a mi compañero a hablar con ustedes, no tengo responsabilidad…
Me di media vuelta y me aleje del campo de batalla. Mientras tanto como pudo, mi hermano se dio vuelta e intento clavarme el cuchillo por la espalda. Inmediatamente me agache y dando media vuelta, esgrimí un hachazo, que sin querer terminó cortándole la yugular.
No estoy contento con lo que hice, poco después me enteré de que mi compañero no llegó nunca, porque murió de sífilis en el camino. La muerte de mi hermano y de mi madre pesan ahora en mi conciencia… por esa razón es que escribo esta carta, es mi despedida. Dejo a mi amigo ranquel a cargo del pueblo, espero sepa hacerlo crecer y progresar aún más de lo que lo hice yo.

Publicado en https://lucasggallo.blogspot.com/

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