La
práctica del duelo con arma blanca como culto al coraje o como único recurso
para lavar una afrenta, queda planteada desde la llegada misma del Europeo.
En documentos encontrados del proceso criminal seguido al gaucho “Juancho Barranco” en el año 1759, puede leerse como este personaje entró a pelear: a los gritos de "háganse a un lado"; con un sable en la mano, un puñal en la otra y el poncho envuelto en el brazo. En la época que aludimos, las muertes que resultan de las peleas en las pulperias dan lugar a la sanción de numerosos bandos prohibiendo llevar armas. Una resolución del año 1753, pena con doscientos azotes al portador de cuchillo.
El duelo criollo dentro de este contexto, podía ser espontáneo o convenido de antemano. Y las causas de los duelos eran: campear el alcohol, viejos resentimientos o una palabra de mas. Cuando no, una "china querendona" o una copla intencionada.
Tipos de duelo:
-A muerte.
-A "primera sangre", si sólo se buscara desprestigiar al adversario. Muchas veces, lo que se intentaba era "marcar" el rostro del oponente, para que quede desprestigiado de por vida. Marcar la cara tenía además un fuerte valor simbólico en aquella sociedad pastoril donde la "hierra" (marcar con hierro caliente al ganado) otorgaba derecho o propiedad sobre lo marcado.
También existían duelos de "puro floreo", por juego, diversión o de práctica. En estos casos se usaba un palito o simplemente el dedo índice engrasado sustituyendo el arma.
Los puntazos y hachazos se atajaban -o desviaban- con el propio cuchillo o con el poncho que envolvía el brazo opuesto, en continuo movimiento cubriendo algo separado, el torso y cintura.
Cuando el adversario era despreciable por alguna condición moral o simplemente considerado poca cosa, se apelaba al uso de otras armas: el rebenque, el arriador, el cabestro o el mismo poncho. Así lo cuenta una historia referida al gaucho Pacheco quien castigando a su adversario con el poncho esgrimió: "no lo corro amigo porque no quiero avergonzarlo mas..."
El dicho popular "nadie me pisa el poncho", alude a la costumbre bravucona de arrastrarlo por el piso buscando pendencia. Quien lo pisara, forzaba a una contienda. Los dichos "Atarse la faja" y "Hacer la pata ancha" también son dichos elementales para entrar a la pelea.
Finalmente, "madrugador" no sólo es el que se levanta temprano para honrar al trabajo. También es el que tira el puntazo cuando el otro no desenvainó o está desarmado.
En documentos encontrados del proceso criminal seguido al gaucho “Juancho Barranco” en el año 1759, puede leerse como este personaje entró a pelear: a los gritos de "háganse a un lado"; con un sable en la mano, un puñal en la otra y el poncho envuelto en el brazo. En la época que aludimos, las muertes que resultan de las peleas en las pulperias dan lugar a la sanción de numerosos bandos prohibiendo llevar armas. Una resolución del año 1753, pena con doscientos azotes al portador de cuchillo.
El duelo criollo dentro de este contexto, podía ser espontáneo o convenido de antemano. Y las causas de los duelos eran: campear el alcohol, viejos resentimientos o una palabra de mas. Cuando no, una "china querendona" o una copla intencionada.
Tipos de duelo:
-A muerte.
-A "primera sangre", si sólo se buscara desprestigiar al adversario. Muchas veces, lo que se intentaba era "marcar" el rostro del oponente, para que quede desprestigiado de por vida. Marcar la cara tenía además un fuerte valor simbólico en aquella sociedad pastoril donde la "hierra" (marcar con hierro caliente al ganado) otorgaba derecho o propiedad sobre lo marcado.
También existían duelos de "puro floreo", por juego, diversión o de práctica. En estos casos se usaba un palito o simplemente el dedo índice engrasado sustituyendo el arma.
Los puntazos y hachazos se atajaban -o desviaban- con el propio cuchillo o con el poncho que envolvía el brazo opuesto, en continuo movimiento cubriendo algo separado, el torso y cintura.
Cuando el adversario era despreciable por alguna condición moral o simplemente considerado poca cosa, se apelaba al uso de otras armas: el rebenque, el arriador, el cabestro o el mismo poncho. Así lo cuenta una historia referida al gaucho Pacheco quien castigando a su adversario con el poncho esgrimió: "no lo corro amigo porque no quiero avergonzarlo mas..."
El dicho popular "nadie me pisa el poncho", alude a la costumbre bravucona de arrastrarlo por el piso buscando pendencia. Quien lo pisara, forzaba a una contienda. Los dichos "Atarse la faja" y "Hacer la pata ancha" también son dichos elementales para entrar a la pelea.
Finalmente, "madrugador" no sólo es el que se levanta temprano para honrar al trabajo. También es el que tira el puntazo cuando el otro no desenvainó o está desarmado.
Fuente: http://metejondebarrio.blogspot.com.ar
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