Martina
Chapanay, llamada por la historia como “la gaucho hembra”, esta leyenda del
desierto, fue un espíritu libre con sus valores y defectos, cuchillera y
corajuda, vengadora de la muerte del chacho Peñaloza, federal hasta la medula, y
esta es su historia.
Nadie sabe bien cuando nació allá por el 1811, hija
de un cacique huarpe –o de un indio toba que escapó de su patrón y se refugió
en las Lagunas de Guanacache, según el contrapunto– y de Teodora González, era
una hermosa mujer blanca a la que el indio salvó luego de encontrarla
desfalleciente en el desierto y terminó casándose con ella, esta “cautiva”
blanca que murió cuando Martina tenía tres o cuatro años, fue entonces que
Martina vivió un tiempo en la casa de una mujer en Ullum, a quien serviría a
cambio de educación, donde la dejó su padre para que la criara y educara. Siendo
adolescente la joven Martina escapó detrás de Cruz Cuero, un gaucho matrero con
quien tenía un romance. Fue entonces cuando aprendió a vistear, siendo hábil
con el facón y poncho, a montar, a enlazar y a boliar, las boleadoras las
manejaba desde arroje hasta la pelea a piso, envidia de todo criollo era, y la
leyenda cuenta que fue allí fue chasqui de nada más y nada menos, José de San
Martin.
Martina Chapanay por Christian Mallea |
Terminadas sus tareas se fue de San Juan con un
enviado de Facundo Quiroga que reclutó alguna gente en la provincia para
enviarla al Norte y se transformó rápidamente en una guerrillera de caballería
de óptima formación. Combatió en Ciudadela, Tucumán, en 1831, a las órdenes de
Quiroga.
Después de la muerte de Facundo Quiroga en de
Barranca Yaco, se unió a la resistencia de Pie de Palo y tomó los caminos, y al
tiempo transformándose en jefa de una banda de salteadores.
Martina colaboró con Benavidez y Aldao,
peleando en la batalla de Angaco y en el combate de La Chacarilla, contra las
fuerzas unitarias del general Mariano Acha, en 1841. En 1850, aproximadamente,
se dedicaba a trabajos de baqueana, y rastreadora, buscaba animales perdidos.
Y esta aventura la inmortalizo, cuando vengó la
muerte del Chacho Peñaloza, es que Martina buco y encontró a Irrazábal, el
asesino del Chacho, y lo retó a duelo. Cuando la mujer de los llanos sacó su facón
gritando que lo iba a matar de frente y no a lo cobarde como él había matado a
Peñaloza, Irrazábal empezó a temblar desde la mandíbula hasta las uñas de los
pies. Fue un médico, o uno que de médico hacía, quien decidió suspender el
duelo mientras el cuerpo del asesino flotaba en espasmos sobre las baldosas de
barro.
De su final se dice que murió con más de 80
años, que la mató un puma, o que la picó una serpiente. Una laja blanca sin
nombre fue su tumba en Mogna, tierra sanjuanina, corría el año de 1887, y el
coraje echo mujer no estaba más…
"MARTINA CHAPANAY", según el dibujante Gustavo FERNÁNDEZ |
La
Martina Chapanay
No hay más macho que la gata
Martina Chapanay
Lagunera fue, si señor
hija del cacique Juan Chapanay y
de la Teodora, la
que el huarpe añora en
el alma nuestra debe perdurar.
Lagunera
fue, si señor
heroína
fuerte cual ñandubay
la
que el huarpe añora
en
el alma nuestra debe perdurar.
Fue
Martina Chapanay
la
nobleza del lugar
cuyanita
buena de cara morena
valiente
y serena
no
te han de olvidar.
Hilario Cuadros
Las Imagenes perteneces a Marin Camporro,
No sabía las historia de esta dama aguerrida y luchadora. Muchas gracias por permitirme acceder a ella.
ResponderEliminarSu tumba está identificada hace años y es motivo de veneración en Mogna al lado de la iglesia en el camposanto bajo un viejo algarrobo que dicen ya existía.
ResponderEliminarHermosa historia de nuestras bravas mujeres ,en esos tiempos dificiles mostraron coraje , valor compartir la nota
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